jueves, 8 de noviembre de 2012

A LOS GITANOS...¿QUIÉN LOS QUIERE?


Cuando media Europa lloraba lagrimas de sangre por el genocidio nazi, ellos rescataban a sus vivos y partían, como siempre, poseedores de la libertad sobre los lomos de sus animales
Fueron tan diezmados y aún más perseguidos que homosexuales, judíos, apátridas e izquierdistas, pero no parece reservarles el recuerdo sino olvido y mas olvido                       Hace poco se celebró la conmemoración a todas las victimas del holocausto nazi, pero no estuvieron presentes, como casi siempre , porque se les relegó a un lugar donde les tapese el olvido y su presencia no molestase y poco importó que niños gitanos fuesen a miles usados como conejillos de indias en experimentos inhumanos o que los muros ensangrentados de Dachau o Sachsenhausen  supiesen de los muchos romaníes asesinados y torturados                                                                                                     No importa que del millón de romaníes que vivían en Europa antes del la Segunda Gran Guerra,  un número mayor a 200.000 murieran durante el holocausto, y no nos importa porque nuestros genes de supervivientes de batallas  por el territorio, de gobiernos y reyes racistas y perpetuadores de su poder, está consensuado y alimentado a base de minorías fáciles de eliminar, minorías que molestaban con su diferente apariencia, sin credo o con supersticiones diabólicas, a nuestros a nuestros ignorantes ojos
Hay muchos que podrían decirnos, lo bueno que es en política tener una cabeza de turco en todo momento, para echarle la culpa cuando algo no nos va bien, por ejemplo la economía                                                                                                                   Seguramente  Berlusconi, tendría mucho que contarnos de ese tipo de política, de” la emigración de gitanos ,a todas prisas” con el nuevo credo de la xenofobia latiendo en masa, y aún más nos podría decir su hombre de confianza, Roberto Maroni, cuyo objetivo fundamental es devolver las calles a los italianos, restaurar la sensación de seguridad, que parece perdida, porque en arrabales y vertederos, gitanos rumanos malviven desgastando este feo nombre y pervirtiéndolo con la palabra vida, al compartir espacio vital con ratas y basura, pagándole a la camorra italiana -cada día- un substancioso botín, que, pasado el tiempo y con la política en contra, ha llegado a significar nada.
Como ha dicho el partido de Berlusconi y Maroni, no son otros que los mismos gitanos de siempre los que "violan y matan a nuestras mujeres, roban bebés y asaltan ancianos",y es por ello por lo que las cárceles italianas se llenan de romaníes, de origen rumano, en un nuevo holocausto selectivo, porque ya tenemos cabeza de turco para unir al país, ya hemos encontrado, por fín, nuestros ogros “comeniños” y los asaltadores y los violadores, los mismos que cuando llegaban en caravanas a los pueblos, en la España de los años cincuenta, los aldeanos les apedreaban si se acercaban a los limites ,dándose prisa por meter en el fondo mas profundo todo aquello que pudieran robar, porque... ¿qué otra cosa se podía esperar de aquel que no tiene tierra sobre la que asentar sus pasos, ni sobre la que echar raíces?.
Eternos vagabundos, sin rey , ni señor que los guarde, ni al que someter pleitesía, condenados a vagar, como el holandés errante, por maldiciones no escritas, mas que en los genes de pueblo rancio y absurdo de los viejos europeos que examinamos y castigamos prejuiciosamente a las personas, no por su humanidad ,ni por su talento, sino por sus costumbres, su color o su credo, por vivir al aire libre y tener el cielo por montera, por regirse por normas orales nacidas en las barbas del tiempo
Lo mismo que pasa en Italia, ¿falta mucho para que pase en nuestro reino? Porque no nos olvidemos que tenemos mucha experiencia en perseguir y en meter en la cárcel a quien nos viene al pelo de las circunstancias, si no que se lo digan a judíos y conversos, a homosexuales ,a brujas y gitanos ,solo quinientos , o setenta años ,  atrás en este mismo suelo

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