lunes, 21 de noviembre de 2011

CULTURA ESPAÑOLA

Me cuesta creer que la cultura española consista en levantar un vaso al cielo y brindar por lo que sea. Sin embargo, el otro día, mal que les pese a los de ARCA, uno de esos, jóvenes y no tanto, que se reúnen en torno a Baco, propugnaron que esa era una sana afición, para destensar después de los exámenes, el dudoso intelecto y pasar el rato, por poco dinero. También supongo que dirán lo mismo los dos menores que agredieron a otro, en la línea de la concepción, porque les dio la gana, y si les parece la comparación odiosa , etílicos contra berzotas violentos, no tienen más que fijarse en las estadísticas de accidentes, de enfermedades y de retrasos estudiantiles, gracias a los botellones, que matan y no solo el cerebro. La vida está hecha una perra y la gente que la decora, aún más, si nos muriéramos no querríamos levantar la cabeza y si la levantásemos, nos volveríamos a querer morir, porque qué mundo nos espera , qué mundo espera a quienes su máxima aspiración en la vida , es beber y cascar a lo que sea, por ser diferente, por ser de distinta orientación o porque no bebes al mismo ritmo, de botellón impuesto, por algún idiota. No me gustan las masificaciones sociales, no me gusta las reuniones de más de dos, porque donde se ponga una charla a gusto, donde se ponga un tú a tú , no se pone un “estoy esperando que te vayas , para poder empezar a criticar”. Y es que la critica , esa veraz invitada , que se cuela en todas partes, entra acompañada por la envidia, el menosprecio y las ganas de algunos, de emprenderla a palos con los compañeros y de muchos otros, de esconder la cabeza , como el avestruz. Prefiero gente guerrera que tome calles para defender lo que creen, con todo lo que se ha armado y lo que se puede armar, a individuos condescendientes con lo que sea, con botellones a pie de playa o de descampado, metiéndose en el cuerpo lo que sea, con tal , como dicen ellos , de olvidar. No quiero olvidar y no puedo , a los que ejercen la violencia, menos cuando son menores, impávida la ley ante tanta necedad, atados los profesores para ejercer el justo castigo, más allá de la expulsión de centros en los que no se imparte justicia , sino despropósitos, cuando alumnos cometen tamañas necedades de bombardear a golpes y maltratar y vejar. Quizás sería hora de preguntarnos qué hemos hecho mal , para que nos llueva tanta basura desde el cielo… Lo mismo, los satélites que estaban hechos para espiar y armar la guerra del futuro, dando noticias grabada de nuestra imbecilidad, se han hartado de vernos, pequeñas y estúpidas hormigas y ya solo se reflejan en los cielos infinitos y en las estrellas errantes y expulsan el vil metal, que les corroe el alma metálica, confundido con grasa y mejunje versátil, para comunicarnos y que se nos quede clarito, su hastío y su desprecio, en toda nuestra necia cara , de gente abocada, a la mediocridad.

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